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LÚA VERMELLA (2020)

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LOS FANTASMAS Y LA BRUJERÍA


PAÍS: España (2020)
DIRECCIÓN: Lois Patiño
AÑO Y LUGAR DE NACIMIENTO DEL DIRECTOR: 1983, Vigo (España)
INTÉRPRETES: Ana María, Carmen Martínez, Pilar Rodlos, Rubio de Camelle
GUIONISTA: Lois Patiño
FOTOGRAFÍA: Lois Patiño
GÉNERO: Drama
PRODUCCIÓN: Zeitun Films, Amanita Films
DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: Elamedia Distribución
DURACIÓN: 84 minutos
PREMIOS: 4 premios, incluyendo uno en el Festival de Málaga de 2020


SINOPSIS:
En un pueblo de la costa gallega el tiempo parece haberse detenido. Todas las personas están paralizadas aunque sus voces se pueden oír: hablan de fantasmas, de brujas, de monstruos. Al lugar llegan tres mujeres buscando al Rubio, un marinero del pueblo que ha desaparecido en el mar.
(Fuente de la sinopsis: Elamedia Distribución)
(Fuente del cartel y las imágenes: Suria Comunicación)
(Fuentes de la información de la película: Filmaffinity, Elamedia Distribución, Suria Comunicación, IMDb, Wikipedia)



CRÍTICA:
El nuevo trabajo del director español Lois Patiño, conocido por sus cortometrajes y documentales, es una gran película inmersiva, extraña de gran calidad visual y sonora, enigmática y original, que se desarrolla en una pequeña localidad gallega, y que tiene como punto de partida el de la desaparición de un pescador de ese pueblo costero del que no se conoce su paradero, y a partir de esa situación, que en realidad es un MacGuffin el cineasta nos introduce en un universo místico, con las meigas, los fantasmas como trasfondo y la luna roja (el título de la película), y al mismo tiempo hace una crítica social si citarla directamente a las consecuencias del cambio climático en un sector como la pesca, y se plantea los beneficios o consecuencias negativas de una presa. La película se adentra en Galicia para contarnos la historia real de O Rubio de Camelle, un buzo que rescató más de 40 cadáveres de náufragos perdidos en el mar.


El proyecto se presentó en la sección Forum de la pasada edición del Festival de cine de Berlín, y posteriormente se ha proyectado en otros festivales europeos, asiáticos y americanos, como el de Málaga formando parte de la sección Zonazine en donde ganó el premio a la mejor película de la sección y el de Toulouse en donde fue premiada por partida triple. La película se va a estrenar en los cines españoles coincidiendo con la festividad de todos los Santos y la tradición importada de Estados Unidos de Halloween, y aunque no es una película de terror, contiene los elementos necesarios que la hacen ideal para ver algo diferente en estos días, ya que hay fantasmas, brujería y un trasfondo enigmático, pese a ser un drama, e incluso recuerda "A ghost story (2017)", tanto a nivel visual como en la estética de esos seres que se mueven cubiertos de una sábana.


La película cuenta mucho con pocas palabras, y es un ejemplo más de la calidad de las producciones gallegas actuales, pero requiere de la atención por parte del espectador, ya que no nos encontramos con la típica película convencional, sino que tenemos que ir construyendo la historia a partir de esas historias personales de los habitantes de esa localidad, entre ellas la madre del Rubio, en donde es difícil distinguir la realidad y la ficción, con un sonido de fondo potente y enigmático que nos evoca esos universos místicos a los que nos quiere trasladar el director.
Lois Patiño mueve la cámara de manera perfecta y sutil para presentarnos unos planos de gran belleza, ya sean fijos o en movimiento, en lo que es un gran trabajo en la dirección, que es uno de los aspectos más destacados del proyecto.


El otro punto fuerte del proyecto es la magnífica fotografía del propio cineasta, que es el responsable también del guion, y de las imágenes de una gran belleza, en donde se juega muy bien con las diferentes tonalidades cromáticas, con el azul del mar, el negro de la oscuridad en las escenas nocturnas, el verde del bosque, y sobre todo las tonalidades rojizas que son las protagonistas en el tercio final. Un gran trabajo por parte de Patino en la dirección de fotografía que merecería una candidatura a los Premios Goya 2021.
Una película sobre la vida y la muerte, de los traumas del pasado y de las tradiciones gallegas y mucho hipnotismo visual, con el cielo y el mar, y una luna roja o de sangre que hace actor de presencia en esa parte final, y al mismo tiempo hay un homenaje a esas madres que pierden a sus hijos o maridos que son pescadores, en una profesión dura, que tienen que salir a diario pese a que la mar es traicionera en días de temporal, viento y oleaje.
Una película que gustará a los que disfrutan con ese cine de autor enigmático, diferente a nivel formal y narrativo, y que requiere de la atención del espectador para ir construyendo su propia historia.

LO MEJOR: La fotografía. La dirección.
LO PEOR: Puede aburrir a los que quieran ver una película convencional.

NOTA DEL DIRECTOR:
Lúa Vermella se adentra en la Galicia del mar comprendiéndola en su dimensión física e imaginaria, donde realidad y leyenda se funden, y donde el mar y la muerte se entrecruzan con toda su carga mítica y evocadora. Profundizamos así en el universo retratado en mi anterior película Costa da morte. En Lúa Vermella la historia real de O Rubio de Camelle, un buzo que rescató más de 40 cadáveres de náufragos perdidos en el mar, se ve envuelta por los seres que pueblan el imaginario fantástico gallego. Un universo mítico que sigue la estela de autores como el pintor Urbano Lugrís o el escritor Álvaro Cunqueiro, quien escribió la frase, de fuerte influencia para la película: “El océano es un animal que respira dos veces al día”.
En la película transitamos por un limbo: entre vida y muerte, entre imaginario y real. Y es ese aspecto liminar el que me interesaba rescatar de las figuras arquetípicas de la meiga o la Santa Compaña. Figuras que habitan entre ambos universos: se comunican con los muertos o guían hasta el espacio de la muerte. “Aquí los muertos no se marchan, se quedan con nosotros”, nos dicen en las entrevistas que realizamos para la preparación de la película. Un aspecto destacado de la identidad gallega, como analizó minuciosamente el antropólogo Lisón Tolosana en los años 60, ha sido esta fuerte convivencia entre vivos y muertos. Convivencia no siempre vivida con temor sino muchas veces con la cotidianidad de lo ya naturalizado. Siento que la idea de un más allá nace de dos necesidades esenciales: mantener cerca a la persona fallecida -que no desaparezca- y dar forma a la incertidumbre tras la muerte -que haya algo-. 

Las leyendas y creencias surgen para cubrir esos vacíos, esos espacios inciertos que genera la muerte. Desde esta perspectiva de la genealogía de la leyenda como relato que busca dar respuesta a lo inexplicable, creamos aquí una historia alrededor de dos acontecimientos misteriosos: el fenómeno cósmico de la luna roja y la desaparición de los cadáveres de los náufragos en este mar-cementerio.
Y es el proceso del duelo, que la desaparición del cadáver no permite cerrar, o que la presencia del fantasma permite alargar, un aspecto fundamental sobre el que quería reflexionar. La importancia de que exista una despedida, una última comunicación con el muerto, parar cerrar círculos. En Lúa Vermella asistimos al proceso de duelo de un pueblo por la desaparición de un vecino en el mar. En el pueblo donde transcurre nuestra historia todas las personas están paralizadas y ensimismadas. Como en la pintura El Ángelus de Millet, referente importante de la película, las personas no están detenidas de un modo artificial, sino que la inmovilidad parece responder a un momento de recogimiento y meditación o incluso de duelo.
Sobre esta quietud introspectiva articulamos el lenguaje de la película. Una forma narrativa que nos permite explorar la naturaleza maleable del tiempo, pasando de su fluir en la naturaleza, a la suspensión temporal de la introspección, o al tiempo mítico -atemporal- de la leyenda.
(Fuente del texto: Pressbook-Suria Comunicación)

TRAILER:



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