EL BICHO
PAÍS: España (2020)
DIRECCIÓN: Bernabé Rico
FECHA Y LUGAR DE NACIMIENTO DEL DIRECTOR: 28 de agosto de 1973, Sevilla (España)
INTÉRPRETES: Juana Acosta, Kiti Mánver, Carlos Areces, José Sacristán, Daniel Grao, Eduardo Rejón
GUIONISTAS: Bernabé Rico, Juan Carlos Rubio
BASADA EN: La obra de teatro "100 m2" creada, escrita y dirigida por Juan Carlos Rubio, que tuvo su primera representación en 2008 en el Teatro 8 de Miami
FOTOGRAFÍA: Rita Noriega
MÚSICA: Julio Awad
GÉNERO: Comedia
PRODUCCIÓN: La Claqueta PC, TalyCual Producciones, Tito Clint Movies
DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: Filmax
DURACIÓN: 94 minutos
DIRECCIÓN: Bernabé Rico
FECHA Y LUGAR DE NACIMIENTO DEL DIRECTOR: 28 de agosto de 1973, Sevilla (España)
INTÉRPRETES: Juana Acosta, Kiti Mánver, Carlos Areces, José Sacristán, Daniel Grao, Eduardo Rejón
GUIONISTAS: Bernabé Rico, Juan Carlos Rubio
BASADA EN: La obra de teatro "100 m2" creada, escrita y dirigida por Juan Carlos Rubio, que tuvo su primera representación en 2008 en el Teatro 8 de Miami
FOTOGRAFÍA: Rita Noriega
MÚSICA: Julio Awad
GÉNERO: Comedia
PRODUCCIÓN: La Claqueta PC, TalyCual Producciones, Tito Clint Movies
DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: Filmax
DURACIÓN: 94 minutos
A Sara (Juana Acosta) le ofrecen comprar la casa perfecta: espaciosa, muy luminosa y extremadamente barata. Tan solo tiene un pequeño “inconveniente”: Lola (Kiti Mánver), la septuagenaria dueña actual, vivirá en ella hasta que muera. Aun así, Sara cree que es un buen negocio y decide comprar, esperando el fatal acontecimiento.
(fuente de la sinopsis, el cartel y las imágenes: Filmax)
(fuentes de la información de la película: Filmaffinity, Filmax, IMDb, Wikipedia)
CRÍTICA:
Bernabé Rico es un hombre bastante polifacético que vertebra su carrera alternando facetas en las Artes Escénicas y Cinematográficas como actor, productor, director, adaptador y guionista. Ha dirigido varios cortometrajes, alguno de ellos los he podido disfrutar como “Intermedio” y “Todos mis padres”. Ahora nos presenta su ópera prima, un largometraje basado en la obra "100 metros cuadrados" de Juan Carlos Rubio. La película narra el devenir de dos soledades complementarias. La cinta tuvo su presentación oficial dentro de la Sección Oficial del Festival de Cine de Málaga, donde obtuvo el premio a la mejor actriz (Kiti Mánver) y el Premio del Público. La historia comienza cuando a Sara (Juana Acosta) le ofrecen comprar un piso estupendo en el centro de Sevilla, es luminoso, espacioso, con excelentes vistas y encima está a mitad de precio. La cuestión es que toda esta oferta tiene un pequeño truco y no es otro que “el Inconveniente”, una mujer de 75 años (Kiti Mánver) enferma de corazón y propietaria del piso, que permanecerá en él hasta que muera, previsiblemente dentro de poco. Aun así, Sara decide seguir adelante con la compra.
El verdadero mérito que tiene está pequeña producción es como consigue llegar al espectador, al cual lo mantiene en todo momento entre las ganas de reír y las ganas de llorar, debido a que la propuesta está cargada de una gran emotividad. Luego también tiene mucha culpa de que funcione bien su estupendo guion y sus dos protagonistas. Ellas son el alma de la cinta, no empiezan muy bien su relación, pero acaban por entenderse por encima de sus diferencias en apariencia difíciles de conciliar.
El verdadero mérito que tiene está pequeña producción es como consigue llegar al espectador, al cual lo mantiene en todo momento entre las ganas de reír y las ganas de llorar, debido a que la propuesta está cargada de una gran emotividad. Luego también tiene mucha culpa de que funcione bien su estupendo guion y sus dos protagonistas. Ellas son el alma de la cinta, no empiezan muy bien su relación, pero acaban por entenderse por encima de sus diferencias en apariencia difíciles de conciliar.
En cuanto a los personajes masculinos quedan completamente en un segundo plano, tanto José Sacristán, en una pequeña aparición como Carlos Areces, que, aunque aparece muchas veces y hace un trabajo más que digno, tampoco aporta demasiado a la trama. Se nota mucho que la película viene de una obra de teatro, sobre todo en la forma de dirigir y en los mínimos escenarios donde se desarrolla.
A mí personalmente me ha parecido una película muy interesante, con momentos muy divertidos, eso sí me quedo con la fabulosa interpretación de Kiti Mánver (para mí se debería llevar el Goya este año) es un continuo recital interpretativo, se come la pantalla ella sola. En definitiva, la película consigue lo que pretende, que el espectador pase un rato agradable y con una sonrisa continua.
Puntuación: 7/10
A mí personalmente me ha parecido una película muy interesante, con momentos muy divertidos, eso sí me quedo con la fabulosa interpretación de Kiti Mánver (para mí se debería llevar el Goya este año) es un continuo recital interpretativo, se come la pantalla ella sola. En definitiva, la película consigue lo que pretende, que el espectador pase un rato agradable y con una sonrisa continua.
Puntuación: 7/10
LO MEJOR: La interpretación de Kiti Mánver.
LO PEOR: Se olvidan fácilmente este tipo de películas, aunque pases un buen rato.
LO PEOR: Se olvidan fácilmente este tipo de películas, aunque pases un buen rato.
(crítica escrita por Christopher Laso)
DÍAS DE CINE:
NOTAS DEL DIRECTOR:
“Ya sea por amistad o por relación profesional con Juan Carlos Rubio, he tenido ocasión de leer o ver todos sus trabajos en sus distintas facetas como director, autor o guionista. Un día me dejó un texto teatral que iba a estrenar en pocos meses: “100 m2 ”. Al leerlo intuí su potencial dramático pero verla en el Teatro Lara, experimentar lo que llaman “el hecho teatral”, fue determinante. Cada escena me llenó de emoción y cada acción me pedía unos primeros planos que sólo el cine me podía ofrecer. La obra trataba desde la comedia un drama universal personificado en dos mujeres, Lola y Sara, protagonistas absolutas de una historia de emociones y sentimientos; de amistades y soledades; de lo que nos ocurre mientras nos ocupamos en hacer otros planes; en definitiva, de eso que llamamos “vida”. Y compartir la reacción del público durante aquella función me empujó a traspasar las fronteras de la cuarta pared para, con las herramientas del séptimo arte, llegar al inmenso rango de espectadores que este ofrece. Y por vez primera, sentí la necesidad de soltar momentáneamente el formato corto para contar una historia cuya complejidad requería mayor longitud. Entonces sólo tenía un objetivo claro: mantener la esencia de la historia y sus personajes, replicar la huella que dejó en los espectadores que vieron la obra.
Lo que no tenía idea era del camino que tomaría para intentarlo y, ojalá, lograrlo. Pero sí sabía que lo quería hacer en compañía de Juan Carlos Rubio y Olmo Figueredo. Tener una excusa para compartir el proceso creativo con Juan Carlos, nunca exento de diversión, era ya bastante para tirarme de cabeza sobre este proyecto. Pero al añadirse Olmo, compañero de aventuras audiovisuales del que he aprendido lo mejor de este oficio, confirmaba que nunca estaría mejor acompañado para adaptar esta obra de teatro al cine que por mis dos mentores profesionales: el teatral y el cinematográfico.
Con esta excelente materia prima necesitaba un ingrediente extra fundamental para crear el caldo de cultivo de esta película: un elenco de intérpretes de primer nivel. Juana Acosta y Kiti Mánver simplemente “son” la película. Mi relación con Kiti se remonta a quince años de amistad y trabajo que fueron esenciales para la creación de su personaje pero la explosiva química entre ambas ya existía desde mucho antes de que yo conociera a Juana. Igualmente, haber trabajado previamente con José Sacristán y mis ganas de repetir fue suficiente para escribir para él una escena que justificaría por sí misma la propia película. Y Carlos Areces y Daniel Grao, a quienes no conocía pero sí admiraba, completaron un “dream team” inusual para una ópera prima. Ahora, una década después de aquel revelador día en el Teatro Lara y con la película terminada, me doy cuenta de que su creación ha resultado ser un juego de muñecas rusas donde su esencia se me fue revelando poco a poco durante estos años hasta por fin descubrirla.
A todos los que me preguntan si estoy contento con ella les respondo: “He hecho la película que quiero hacer, que no es la misma que yo pretendía.” Sin darme cuenta, la película que yo pensaba que quería fue sigilosamente dando paso a nuevas formas de contarla, nuevas “muñecas rusas” que concentraban su espíritu. Y cuando dimos claqueta final y ya pensaba que tenía la última muñeca en mis manos, en montaje –como no- se me reveló la definitiva. Solo entonces fui plenamente consciente de que “100 m2 ” había tomado por fin otra forma de expresión, distinta en su lenguaje pero fiel a la esencia de su contenido: EL INCONVENIENTE”.