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LOS CABALLOS DE DIOS ( 2012 )

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HISTORIA QUE TRANSCURRE DURANTE 9 AÑOS, BASÁNDOSE EN LOS ATENTADOS TERRORISTAS DE CASABLANCA. GANADORA DE LA ESPIGA DE ORO EN EL FESTIVAL DE VALLADOLID DE 2012

PRODUCCIÓN: MARRUECOS ( 2012 )
DIRECCIÓN: Nabil Ayouch
INTÉRPRETES: Abdelhakim Rachid, Abdelilah Rachid, Hamza Souidek, Ahmed El Idrissi El Armani
DISTRIBUIDORA: Wanda Vision
GÉNERO: Drama
DURACIÓN: 113 minutos

SINOPSIS:
Yachine tiene diez años y vive con su familia en Sidi Moumen, un poblado de chabolas de Casablanca. Su madre, Yemma, hace lo que puede por sacar adelante a la familia. Su padre se encuentra en un estado depresivo y de sus tres hermanos uno está en el ejército, otro es prácticamente autista y el tercero, que tiene trece años y se llama Hamid, es el cabecilla del barrio y el protector de Yachine. Cuando Hamid es encarcelado, Yachine se ocupa de varios trabajillos que le ayudan a escapar del marasmo provocado por la violencia, la miseria y la drogadicción que la rodean. Cuando Hamid sale de la cárcel se ha convertido en un islamista radical y convence a Yachine y a sus amigos para que se unan a sus ' hermanos '. El líder espiritual del grupo, el imán Abou Zoubeir, se encarga de dirigir el prolongado entrenamiento físico y mental de los muchachos, antes de anunciarles que han sido elegidos para convertirse en mártires.
 ( FUENTE: WANDA VISION )
 ( FUENTE CARTEL: WANDA VISION )

CRÍTICA:
El terrorismo islámico lleva causando el terror en diferentes lugares del planeta en el siglo XXI. Uno de las masacres más cruentas fue la de Casablanca en 2003, y esta película se basa en ese acontecimiento para recrear una historia sobria y llena de tensión, desde el primer momento hasta la dura y espectacular escena final. No se hacen pesados sus 113 minutos, aunque en la parte central cuesta un poco entrar en esas escenas que conectan la parte de presentación y el desarrollo del tema definitivo. Con una cuidada puesta en escena que sitúa la acción en un extenso poblado de chabolas, situado a las afueras de Casablanca. 


La historia transcurre durante 9 años, ya que comienza en 1994 y se centra en la familia de Yacine ( Achraf Afir y Abdelhakim Rachi ) y Hamid ( Said El-Alami y Abdelilah Rachid ). Ambos viven con sus padres y otro hermano, ya que a su otro hermano no le vemos por estar combatiendo en el Sahara. Curioso que el personaje que interpreta a los dos protagonistas durante su etapa adulta son hermanos en la vida real. La primera escena ya muestra esa tensión, con una persecución a los niños de las chabolas por parte de otros de mayor poder adquisitivo. En ese recorrido los protagonistas tienen que cruzar la peligrosa autopista hasta llegar a sus viviendas. En varios momentos hay unas escenas aéreas, que nos muestran la inmensidad de esa zona que bien podía ser un barrio con sus propias normas. 

 
Hamid vive del comercio y la venta de frutas, pero también de otros pequeños tejemanejes de los que va aprendiendo su hermano Yacine. Ambos se llevan muy bien, y luchan por la supervivencia familiar. Los dos ( o más bien 4, porque son actores diferentes en la parte inicial y final ) intérpretes lo hacen muy bien. En esa parte inicial están muy bien desarrolladas esas microhistorias, con unos diálogos interesantes y una fotografía sencilla. La banda sonora también es destacable. Pero a partir de un acontecimiento nos encontramos con una media hora en la parte central un poco más plana. El último tercio es una auténtica montaña rusa, con mucha tensión y una buena planificación de lo que se está fraguando. Todo termina con un final espectacular, tanto a nivel visual como el riesgo de lo que nos están mostrando. 
Recomendable a los que quieran conocer la vida de un grupo de personas pobres en Marruecos, y sobre todo que estén interesados en los asuntos del terrorismo islámico.

SPOILERS:
El asunto que estanca la historia es el encarcelamiento de Hamid, y nos quedamos con el día a día de su hermano junto a su amigo. Ambos empiezan a trabajar en el taller de Abdu Zoubei, y en donde lo más relevante es la muerte del propietario de ese taller tras una pelea con el protagonista. Esa situación se queda estancada y tampoco se aborda a fondo. 

 
Pero entonces surge un nuevo asunto mucho más interesante, que es el alistamiento de Hamid ( una vez que ha salido de la carcel ), Yacine y su amigo. Esas escenas de preparación del grupo de terroristas, con un entrenamiento en una zona montañosa es lo mejor de la cinta, y termina con la escena final con el atentado en el bar de Casablanca. Después vemos las explosiones desde la zona de chabolas, cuando un grupo de niños juegan al fútbol. 


LO MEJOR: El tercio final. El montaje.
LO PEOR: La parte central se hace un poco pesada. Puedan suceder cosas como las que refleja la película.


PREMIOS Y NOMINACIONES:

- 6 PREMIOS Y 2 NOMINACIONES, INCLUYENDO UN PREMIO EN EL FESTIVAL DE CANNES DE 2012, Y LA ESPIGA DE ORO EN VALLADOLID 2012.
 ( FUENTE: IMDB )

CRÍTICAS EN BLOGS Y MEDIOS ESPECIALIZADOS:

Andrés Tallón en El Antepenúltimo Mohicano  2 / 5

Deborah Youn en The Hollywood Reporter  4 / 5

Jay Weissberg en Variety  3,5 / 5

Elise Nakhanikian en Slant Magazine  2,5 / 4

Farran Smith Nehme en New York Post  2,5 / 4

Chris Packham en Village Voice  4 / 5

Mike D´Angelo en The Dissolve  3 / 5 

John Bleasdale en CineVue  4 / 5

Edgar Chaput en Sound on Sight

Jacques Mandelbaum  en Le Monde  3 / 5

Frédéric Strauss en Télérama  4 / 5

Nota IMDb:

Horses of God (2012) on IMDb

Nota Filmaffinity: 7,1 / 10

NOTAS DEL DIRECTOR:
Todo surgió de una relación personal que mantengo con el barrio de chabolas de Sidi Mumen, del que procedía los jóvenes kamikazes que cometieron los atentados de Casablanca en 2003. En ese barrio rodé algunas secuencias de una película en 1999, Ali Zaoua. Era una zona que conocía bien, donde me sentía bien y que presenta la peculiaridad de que es la parte más alta de las afueras de Casablanca. Yo recordaba a los habitantes de este barrio como muy pacíficos y abiertos, así que, cuando sucedieron los atentados de 2003, no entendí por qué catorce chicos de Sidi Mumen se habían hecho saltar por los aires. No me parecía posible. Aquellos hechos supusieron un enorme trauma para Marruecos porque se esperaba que fueran obra de terroristas entrenados, llegados de Afganistán o de Irak, y no que sus autores fueran unos chicos de un barrio chabolista del que nunca habían salido hasta entonces. La mayoría tenían veinte años. Me impresionó tanto que sentí la necesidad de reaccionar, de hacer algo, aunque no sabía bien qué. Así que con una cámara y un equipo fui a ver a las víctimas, a los supervivientes, a sus familias. Hice un cortometraje de dieciséis minutos. Eso fue todo. Con el tiempo me di cuenta de que era una visión incompleta. Necesité tres o cuatro años para tomar conciencia de que, como cineastas, no somos testigos que tengamos el deber de reaccionar de inmediato como los periodistas. Nosotros, ante todo, tenemos el deber de tomar distancia en relación con los acontecimientos para elaborar una mirada especial sobre ellos, nuestra propia mirada. 
Volví a Sidi Mumen e hice un trabajo casi de antropólogo: hablé con la gente y me reuní con las asociaciones, porque durante el tiempo transcurrido habían surgido en el barrio numerosas iniciativas como reacción a los atentados. Además, compré los derechos de adaptación de libro de Mahi Binedine Les Étoiles de Sidi Mumen, cuyo enfoque era el mismo que el de la historia que yo quería contar.
No pude filmar en el barrio porque, aunque durante la preparación de la película contaba con rodar en Sidi Mumen, había habido muchos cambios, se habían construido edificios de viviendas y se había reducido el núcleo de chabolas de donde procedían los kamikazes. Como era imposible rodar allí, tenía que encontrar un Sidi Mumen alejado de la modernidad, un poblado de chabolas rural, alejado de cualquier concepto urbanístico. Así que opté por rodar en otro poblado, situado a algunos kilómetros, pero para compensar pude trabajar con muchos de los habitantes del verdadero Sidi Mumen. 

El rodaje se desarrolló durante la primavera árabe, y la primera consecuencia fue que se notó en que las autoridades no tuvieron tiempo suficiente para ocuparse de nosotros y nos dejaron bastante tranquilos. Esa fue una consecuencia real; pero la segunda, en cambio, fue que había una cierta tensión palpable en las calles, especialmente en los barrios populares en los que rodábamos. Tuvimos que mantener un perfil muy bajo para que no se pudiera interpretar que estábamos incurriendo en alguna provocación. Los ánimos estaban muy caldeados y había manifestaciones todos los días. El islamismo, alentado por lo que estaba pasando en Egipto y en Túnez, se hacía visible de forma cada vez más abierta. Las elecciones se aproximaban y muchas personas del poblado chabolista vinculadas a los movimientos islamistas intentaron interrumpir el rodaje. Al principio, la película llevaba el título de la novela Les Étoiles de Sidi Mumen, pero nos dimos cuenta de que podía interpretarse de forma positiva, que algunos podrían ver en él una forma de exaltación de las actuaciones de los kamikazes. Y si yo quería humanizar a esos jóvenes, lo que no quería en absoluto era celebrar sus acciones. Entonces encontramos el extracto de un texto sobre la yihad de la época del Profeta: “Volad, caballos de Dios, y las puertas del paraíso se abrirán para vosotros”. Esta frase ha sido incluida en numerosas ocasiones en la terminología yihadista moderna por Bin Laden y en sermones televisivos. En la película la pronuncia el “emir” [como se suele denominar al líder en los grupos integristas] cuando les anuncia que han sido elegidos. 
 ( FUENTE: WANDA VISION )

TRAILER:





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