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FRANTZ ( 2016 )

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RESTABLECER LAS HERIDAS CAUSADAS POR UNA GUERRA


PAÍSES: Francia-Alemania ( 2016 )
TÍTULO ORIGINAL: Frantz
DIRECCIÓN:François Ozon
LUGAR Y FECHA DE NACIMIENTO DEL DIRECTOR: 15 de Noviembre de 1967, París ( Francia )
INTÉRPRETES: Pierre Niney, Paula Beer, Cyrielle Clair, Johann von Bülow, Marie Gruber, Ernst Stötzner, Anton von Lucke 

GUIONISTA: François Ozon
FOTOGRAFÍA:Pascal Marti
MÚSICA:Philippe Rombi
GÉNERO: Drama
PRODUCCIÓN:Mandarin Films, X-Filme Creative Pool
DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: Golem Distribución 
DURACIÓN: 113 minutos

PREMIOS:1 Premio en el festival de Venecia y 9 nominaciones 
( Fuente: IMDb ) 


SINOPSIS: 
En una pequeña ciudad alemana después de la I Guerra Mundial, Anna va cada día al cementerio a lamentar la pérdida de su novio Frantz, que murió en una batalla en Francia. Un día se encuentra con Adrien, un joven francés que ha ido a depositar flores en la tumba de Frantz y cuya presencia en un país que acaba de perder la guerra enciende pasiones encontradas.
 ( Fuente cartel, imágenes: Golem Distribución )
 ( Fuentes información de la película: Golem Distribución, Filmaffinity ) 


CRÍTICA:
El cine de François Ozon casi siempre es atractivo y a nivel personal no termino de conectar con gran parte de sus películas, sobre todo con las más alabadas por la crítica o premiadas en festivales, ya que planteando historias atractivas no termina de desarrollarlas de manera acertada en su segunda parte, por errores en el guión y sobre todo en el montaje. Pese a todo le considero un director diferente, que intenta arriesgar de una película a otra y con dos grandes cintas de las que soy admirador, Swimming Pool ( 2003 ) " y "Joven y bonita ( 2013 )", y a esos títulos tengo que añadir esta pequeña joya del cine que recuerda a grandes películas clásicas y que tuve la suerte de ver en el pasado festival de San Sebastián. Quizás sea un Ozon menos asequible al gran público, por el empleo del blanco y negro y por su ritmo lento, dos aspectos que detestan los espectadores modernos, y sobre todo el público adolescente, pero que es ideal para los cinéfilos más exigentes y aficionados al gran cine clásico. 


La historia se inicia con el recorrido de Anna ( Paula Beer ) por las calles de la pequeña localidad alemana en donde se desarrolla la película hasta llegar al cementerio para colocar unas flores en la tumba de su marido fallecido en la I guerra mundial. Ese personaje es el que da título a la película y, aunque ya no está presente de manera física, es el centro de la mayor parte de las conversaciones y de la historia creada por el director francés. La película es un remake de " Remordimiento ( 1931 ) " dirigida por Ernst Lubitsch, que no he visto, y plantea asuntos como los daños colaterales en la guerra, tanto físico como psicológicos, el sentimiento de culpa, y tiene un desarrollo que parece sencillo, pero que juega con el espectador con algunas elipsis y el empleo del color solamente en algunas situaciones concretas. La película fue premiada en Venecia a la mejor interpretación femenina ( Paula Beer ) y formó parte de la sección perlas del pasado festival de San Sebastián, en donde tuvo una gran acogida como todas las películas de uno de los directores más queridos por el público donostiarra. 



Cuenta con una pareja protagonista que lo hace muy bien, hay una gran química entre ellos, aunque no es la mejor actuación de Pierre Niney, que interpreta al soldado francés Adrien, seguramente el mejor actor francés de la actualidad, y que termina siendo eclipsado por la presencia de la joven actriz alemana que realiza una gran interpretación dramática. La cinta mezcla el drama con el romance y tiene mucha poesía en sus diálogos, en algunos momentos con la lectura de unas cartas escritas por los protagonistas, y que son leídas por los personajes secundarios. Los padres de Frantz tienen una gran importancia en la parte inicial, y su manera de pensar diferente plantea temas interesantes que animan el primer tercio, pero su presencia va poco a poco diluyéndose para centrarse en Anna y Adrien, pero eso no hace que la película pierda interés aunque me hubiera gustado conocer el punto de vista de Hans y Magda a algunos temas planteados en la segunda mitad.
También destaco la recreación de la época, lo citado anteriormente de la fotografía y añado el vestuario y la banda sonora, haciendo que la historia funcione como un conjunto que mantiene el interés hasta el final, y que no se hace larga pese a sus casi dos horas de duración.
Recomendable. Un homenaje al cine clásico, rodada en el siglo XXI.



LO MEJOR: La fotografía.
LO PEOR: Falta algo más de desarrollo en algunos personajes secundarios, sobre todo los padres de Frantz.

CRÍTICAS EN BLOGS ESPECIALIZADOS:

José Antonio Alarcón en Séptimo Escenario

Pedro de Frutos en El Ónfalos

ENTREVISTA A OZON:

¿ Cómo surgió la idea de hacer FRANTZ ?
En una época obsesionada por la verdad y la transparencia, hacía tiempo que buscaba la forma de hacer una película en torno a la mentira. Como alumno y admirador de Eric Rohmer, siempre me ha interesado contar y filmar mentiras. Más aún, el cine me parece el arte de la ilusión, una mentira a 24 fotogramas por segundo.
Pensaba en esta temática cuando un amigo me habló de una obra de Maurice Rostand escrita inmediatamente después de la I Guerra Mundial, L'homme que j'ai tué (El hombre al que maté). Me gustó el punto de partida: es la historia de un joven francés que decide pedir perdón a la familia alemana del soldado al que mató, pero un malentendido le impide decir la verdad.
Indagué un poco más y me enteré de que ya había sido adaptada a la gran pantalla en 1931 por Ernst Lubitsch bajo el título de BROLEN LULLABY (REMORDIMIENTO).
Mi primera reacción fue olvidarme del asunto, ¿ cómo iba a hacer algo después de Lubitsch ?
Ver la película de Lubitsch me tranquilizó porque permanece muy cerca de la obra teatral y adopta el mismo punto de vista, el del joven francés. Pero yo quería ver la historia desde el punto de vista de la joven alemana que, al igual que el espectador, no entiende por qué un francés visita la tumba de su prometido. 


 ¿Qué le hizo cambiar de opinión?
Sin embargo, la película de Lubitsch es maravillosa, sobre todo pensando en el contexto pacifista e idealista de posguerra. He mantenido algunas de las escenas que creó en la adaptación de la obra. Es su película menos conocida, la única realmente dramática, y también su mayor fracaso comercial. Como siempre, la puesta en escena es admirable, llena de inventiva, pero es la película de un cineasta estadounidense de origen alemán que no sabe que se perfila otra guerra mundial y que desea hacer una película optimista, reconciliadora. La Primera Guerra Mundial fue una masacre de tal calibre que muchas voces políticas y literarias, tanto francesas como alemanas, se dejaron oír en defensa de un ideal pacifista: "Nunca más". Mi punto de vista, como francés que no vivió ninguna de las dos grandes guerras, sería forzosamente diferente.Adrien es un personaje complejo...
Es un joven atormentado y perdido. Perdido entre el deseo, la culpabilidad, la familia. Al principio se sabe poco de él, es muy misterioso. Cuanto más avanza la película, más decepciona a Anna. El trauma bélico le ha marcado con una especie de impotencia; le falta coraje y se hunde en una neurosis de la que es incapaz de salir. Su obsesión o su amor por Frantz son letales, pero no desea dejarlos atrás.


En cierto modo, Anna no empieza el duelo por Frantz hasta que Adrien regresa a Francia: ella deja un retrato suyo en la tumba y empieza a deprimirse.
Hasta entonces, Anna se mantuvo fuerte por los padres de Frantz, en una ocasión el padre de Frantz le dice a Anna "Gracias por habernos apoyado, ahora nos toca a nosotros ayudarte". Pero con la mentira y la marcha de Adrien, es como si todo el dolor de Anna volviese a la superficie, y el abandono es aún más cruel. Quizá también porque dicho abandono es más erótico con Adrien.


El reto para Anna es el aprendizaje y el descubrimiento del amor.
El guion de la película está construido como un " Bildungsroman ", es decir, una novela de aprendizaje. No nos lleva a un mundo de ensoñación y de evasión, sino que sigue la educación sentimental de Anna, su desilusión en cuanto a la realidad, a la mentira, al deseo, como si de un cuento iniciático se tratara. Anna estaba destinada a casarse con Frantz; era un amor de juventud, romántico, quizá de conveniencia, que probablemente jamás llegó a consumarse. Pero el impulso se rompió. De pronto, milagrosamente, llega otro príncipe encantador, mucho más apasionado. Sigue sin ser el hombre adecuado, pero gracias a él tomará conciencia de los grandes acontecimientos en cualquier existencia ( la muerte, el amor, el odio, la alteridad... ).
El principio de la película se concentra en Anna, a la que vemos deambular entre la tumba de Frantz y su casa. Me gusta mucho filmar trayectos, es una forma concreta de encarnar la idea del recorrido de los personajes y de situar la película y a los personajes en un lugar geográfico. Era importante mostrar esa pequeña ciudad alemana, los recorridos desde la casa al cementerio, y luego hasta la Gasthaus ( posada ). Observar ese trayecto equivale a hacer preguntas acerca del personaje, a entender su camino. Al principio, Anna no se mueve, solo da vueltas por el pueblo. Pero luego se lanza al gran viaje que la lleva a Francia y la obliga a ir más allá de la apariencia.


En FRANTZ vuelve a haber temas que ya ha tocado en otras películas. El duelo de BAJO LA ARENA, el placer de contar historias de EN LA CASA, la educación sentimental de JOVEN Y BONITA... Pero aquí también explora muchas cosas nuevas.
Es posible que, inconscientemente, aparezcan muchas de mis obsesiones. Pero el hecho de abordarlas en otro idioma, con otros intérpretes, en otro país que no sea Francia, me ha obligado a renovarme. Espero que hayan cobrado una fuerza y una dimensión nuevas. Esta película planteaba muchos e interesantes retos. Nunca había filmado la guerra, combates, un pueblo alemán, París en blanco y negro, en idioma alemán...
Uno de los planteamientos más importantes para mí era contar la historia desde el punto de vista alemán, de los perdedores, de los humillados por el tratado de Versalles, y mostrar que esa Alemania fue el caldo de cultivo de un nacionalismo naciente.



Ya en GOTAS DE AGUA SOBRE PIEDRAS CALIENTES, adaptada a partir de una obra de Fassbinder, se notaba su interés por Alemania.
Alemania es el primer país extranjero que descubrí siendo niño y del que me quedó cierta fascinación, además de un interés constante por el idioma, la historia y la cultura. Hace tiempo que tenía ganas de contar la vertiente fraternal de dos pueblos europeos, la amistad que puede unirlos, y esta película era la oportunidad perfecta.
Hablo suficiente alemán como para mantener una conversación y dirigir a los actores. Tengo buen oído para ese idioma, todo lo opuesto del inglés. Luego confié en los actores, les pedí ayuda y consejos para los diálogos. Fueron muy colaboradores.


¿ Cómo se enfrentó a la reconstrucción histórica ?
De modo totalmente diferente de la de ÁNGEL, donde quise reconstruir el mundo soñado de una joven. En FRANTZ no quise inclinarme hacia la estilización, todo lo contrario, la película debía estar anclada en un fuerte realismo. Es un periodo ideal porque tenemos acceso a mucha documentación fotográfica y cinematográfica. Pero me di cuenta muy rápidamente de que no disponía del presupuesto necesario para realizar una reconstitución tan precisa como la que deseaba. Localizando con Michel Barthélemy, el director artístico, encontramos decorados interesantes, pero cuya reconstrucción era demasiado cara. Un día se me ocurrió pasar las fotos de las localizaciones a blanco y negro. Hubo un milagro, todos los decorados funcionaban a la perfección y, paradójicamente, con el blanco y negro conseguíamos un mayor realismo, una mayor veracidad, porque todas las referencias de la época están en blanco y negro. Fue difícil conseguir que el productor aceptara esta elección artística y económica, pero creo que la película sale ganando.


¿ De dónde viene la idea de insertar toques de color en algunos momentos ?
Trabajar en blanco y negro por primera vez era un auténtico reto, pero también un suplicio porque me inclino naturalmente hacia el color y el tecnicolor. Por eso me pareció difícil dejarlo del todo, sobre todo para ciertas escenas, como la del paseo en la naturaleza, una clara referencia al estilo del pintor romántico Caspar David Friedrich. Decidí usar el color como elemento de puesta en escena e integrarlo en las secuencias de flash back, de mentiras o de felicidad, como si la vida volviese de pronto a un periodo de duelo, y el color irrigase los planos en blanco y negro de la película.


¿ Dónde rodó la parte alemana ?
Rodamos en el centro mismo de Alemania, a unos 200 km de Berlín, en Quedlinburg y Wernigerode para el pueblo, y en Görlitz, en la frontera con Polonia, para el cementerio. Son lugares de la antigua República Democrática Alemana que apenas han cambiado y no han sido remodelados como las ciudades del oeste.


¿ Cómo encontró a Paula Beer ?
Realicé un casting en Alemania y conocí a muchas actrices. En cuanto vi a Paula, aprecié en ella algo travieso y, a la vez, melancólico. A pesar de tener solo 20 años realizó una interpretación muy madura. Encarnaba la inocencia de una joven y la fuerza de una mujer. Su abanico interpretativo es muy amplio, se mete inmediatamente en la escena y es extremadamente fotogénica.

¿ Y Pierre Niney ?
Me había fijado en su viveza y su encanto inusual en J’AIME REGARDER LES FILLES. También me había gustado en la obra de teatro Comédie Française y en el papel de YVES SAINT-LAURENT. Pierre es un gran actor de composición, trabaja varios registros, sobre todo la comedia, de la que posee un ritmo natural, pero también se siente perfectamente cómodo en un papel más dramático y atormentado, lo que era importante para Adrien. Otra cualidad que pocos intérpretes tienen a su edad es que no le asusta mostrar su feminidad, su fragilidad, sus imperfecciones, incluso en la forma de hablar y de moverse.



¿ Cómo escogió a los padres alemanes ?
Había visto a Ernst Stötzner, que encarna al padre, en una película de Hans-Christian Schmid. Me gusta mucho su rostro, así como la autoridad innata que comunica a través de su porte y su voz. Con la barba blanca, representa la ley, el rigor y la severidad alemana. Al verle en blanco y negro, tenía la impresión de estar ante un actor de Dreyer, o incluso de Max von Sydow en una película de Bergman.
El papel de la madre debía compensar el rigor del padre, por eso busqué a una actriz totalmente opuesta, que despidiese calidez maternal, que fuera más humana, más latina. Marie Gruber estuvo excepcional en el casting. Primero me conquistó su voz, y luego su humanidad, su temperamento y su mirada, que me hacían pensar en Giuletta Masima. 
 



¿ Y Johann von Bülow en el papel de Kreutz ? Tiene el papel ingrato del "malo" de la película. Representa a la pequeña burguesía alemana que se siente humillada y sueña con la revancha. Pero también está enamorado de Anna y su rechazo le duele. Johann era perfecto para el papel. Con su interpretación, comedida y ambigua, no cayó nunca en la caricatura.

¿ Y para la madre de Adrien ?
Quería a una mujer realmente bella para encarnar a una aristócrata con algo de araña y de madre castradora. Se nota que teje la tela y que manipula a los que la rodean, que sabe lo que pasa y que quiere conservar a su hijo a su lado, lejos de “la alemana". Cyrielle Clair era la actriz perfecta para representar, bajo una elegancia natural y una frialdad aparente, la monstruosa vertiente de esa madre incestuosa.  


Fanny, la novia de Adrien, recuerda un poco a las sufragistas...
Fanny es un personaje ambiguo. Bajo una apariencia frágil y amable, sabe lo que quiere, quedarse con Adrien. Tiene carácter, se viste y peina con un estilo mucho más moderno, "a lo chico". Frente a ella, Anna se siente un poco paleta, más extranjera que nunca, es "la pequeña alemana". La película funciona a base de reflejos, jugando con el contraste entre Anna y Fanny, Francia y Alemania, la casa de Frantz y el castillo de Adrien, los cantos patrióticos de ambos países, etcétera.


Háblenos de la música de Philippe Rombi.
Al principio de la película reina la austeridad en la puesta en escena y en la música, que solo aparece discretamente en las tensiones dramáticas. Poco a poco llega la parte novelesca, el amor naciente, la ilusión de Anna, y su desilusión. La música sigue su recorrido con algunas bocanadas del romanticismo de compositores de la época, como Mahler y Debussy.



¿ Y el nombre de Frantz, que da título a la película ?
Llegó de forma natural, como un eco, porque suena como " France "... En alemán se escribe sin la " t ", pero es un error muy francés que hace gracia y encanta a los alemanes, por eso decidí no corregirlo. Pensé que el propio Frantz había añadido la "t" a su nombre porque era un francófilo convencido.


Al final de la película, Anna vuelve a mentir para proteger a los padres de Frantz, pero va más allá de las apariencias; ahora accede a otro tipo de mentira, el arte, contemplando " El suicida ", de Manet.
Me pareció muy importante acabar con este cuadro. El arte también es una mentira, una forma de soportar el dolor. Pero es una mentira más noble, virtual, que puede ayudarnos a vivir.
En la obra de Rostand se habla de un cuadro de Courbet que describe a un chico con la cabeza echada hacia atrás. Busqué en los cuadros de Courbet, pero solo encontré obras demasiado románticas, que no alcanzaban la violencia que deseaba. Documentándome encontré este cuadro casi desconocido de Manet, " El suicida ", de una modernidad increíble. Después de enseñarlo en blanco y negro, quería revelarlo con todos sus colores, sobre todo el rojo de la sangre que mancha la camisa blanca del suicida. De golpe, cobra fuerza y permite rememorar el drama que acabamos de ver, pensar en Frantz y en Adrien. Y en toda la macabra época de posguerra, en los dos millones de muertos en Francia y tres millones en Alemania, en los supervivientes que regresaron mutilados, traumatizados, dispuestos a suicidarse. Considero muy importante este peso de la Historia. Anna debía volver a contemplar el cuadro que lo recuerda, aunque en realidad está pintado en 1881 y evoca un acto pasional. Pero por fin todo queda claro al proyectarse ante ella.


" Me da ganas de vivir ", dice Anna, al contemplarlo.
Me gusta esta paradoja: ante el cuadro de un suicida, atraviesa el espejo, a pesar de la guerra, los dramas, los muertos, las mentiras... Ha madurado, ha superado pruebas, ha recorrido un largo camino y se ha hecho fuerte. Mediante Frantz y Adrien por fin acepta el amor perdido y el amor soñado. Quizá ahora sea capaz de amar y conocer a la persona adecuada.

( Fuente: Golem Distribución )



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